16.2.19

El huracán

Siempre es un día pasadas las 2 AM en el que estoy sola cuando mis demonios tocan sin esperar respuesta para abrirse paso.
Un día cualquiera mis pies tibios tocan los cerámicos del baño y mi pecho está estático, en el estómago un hueco, mi cabeza en llamas y el cada tanto repentino desasosiego aparece para avisarme que éste es el ojo del huracán. No estoy muerta pero podría estarlo... Y eso estaría bien. Es en cada momento que uno abraza la muerte donde se ve más a la propia cara que nunca. No puedo mentirme ahora. Ésto soy yo. Soy la mente retorcida que piensa que no le importa suficiente a nadie como para que alguien sepa de estos escritos. Soy la misma que no va a matarse hoy. Soy la que conoce el secreto mejor guardado y más desmentido de la humanidad que es que todos somos más que nada egoístas. También soy la que no puede ser feliz porque los demás me importan demasiado. Soy la que posa, soy la adicta a no ser adicta, la adicta a tener el control. Soy la que no es suficiente y la que se siente culpable por despreciar el amor desmesurado que me dan al decir que no me valoran. Aún así me siento de esta forma. Soy relleno, soy un personaje reconocible y con características marcadas. Pero no soy una protagonista, no protagonizo una vida digna. Cuando estoy sola me siento fuera del set, como si las luces se apagaran y no hubiera nada más que demostrar así que puedo estar simplemente tirada en la cama, sola y triste porque eso soy. Soy miedo. Soy mis traumas. Soy mi propia jaula. Pero ahora no siento nada adentro, soy mi molestia física. No tengo que probarle nada a nadie, nadie se merece la importancia que le doy. De hecho nadie se merece nada y supongo que por eso estoy como estoy, porque espero recibir las cosas que creo merecer, y aparentemente tales cosas no existen. No hay nada esperando por mí, está todo a mi disposición. Soy el huracán que se avecina pero todavía no encuentro de dónde sacar la fuerza.

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