2.12.20

Intermitente

 Mi empatía nace en tus angustias, mi fascinación en tu experiencia, la magia está en la intersección de tu perspectiva con la mía, que podría dibujarlas como un bucle de ADN.
Anduvimos caminos muy intensos que padecimos diferente, hoy nos encontramos en terreno firme, estamos en la meseta. Pies en la tierra, cabeza fría, los corazones siempre hirviendo. Te pienso y me dan ganas de gritar, o capaz tengo ganas de gritarte. Hay tantas cosas que querría decirte, pero medio que a la vez nunca sé por dónde empezar.

Cuando te tengo cerca siempre siento que se me está escapando el tiempo, como si nunca estuviera disfrutando lo suficiente, como si hubiera mucho más que no estoy pudiendo ver. Cuando estamos cerca siempre siento que nos está sobrando el aire, nunca voy a ser quien te lo quite. No sé si alguien puede hacerlo.

Cuando te pienso siempre estás callado, pensando. A veces sonreís pero siempre sos serio, sereno. Conmigo nunca se te escapa la locura, solo me recordás que existe, como si tal vez no te creyera.
De vez en cuando siento que podría creerte lo que fuera si lo decís mirándome a los ojos, y algunas veces me doy cuenta que en realidad sé que sos solo un hombre, otro humano que de a ratos enaltezco, porque la altura hace que te sienta especial y especial se siente como hormigueo en la boca del estómago antes de volverte a ver, o como un océano de paz mientras te veo dormir.

Cuando no puedo verte te abrís paso sin pedir permiso entre mis ideas, y te colas en todos mis planes hasta sin querer desintegrarlos. Cuando no te veo a veces me invade la ansiedad de buscarte como sea, de saber qué estás pensando, qué está pasando en tu día. Cuando no estás me acuerdo que tu día y mi día son el mismo día pero dos diferentes y eso algunos días, me opaca la tarde. Pero todo está bien, porque a veces existimos juntos, aunque sea intermitente, aunque me resulte un poco efímero, y a esa existencia aunque titila, nada malo le está pasando. Solo espero que no se apague.